Hacia un nuevo modelo
España ha conocido un ciclo expansivo sin parangón en estos últimos años. Nuestras tasas de crecimiento se situaron, de forma casi permanente, por encima de la media de la eurozona entre los años 1990 y 2007. Este crecimiento se sustentaba, básicamente, en actividades de muy baja productividad y en el consumo privado, a su vez asentado no tanto en los incrementos salariales sino, en mayor medida, en el endeudamiento de las familias.
Desde la perspectiva actual, nos parece increíble creer que nuestro modelo no tenía techo, que la construcción continuaría creciendo y que la escasa flexibilidad de nuestra economía y la falta de competitividad, no acabarían pasándonos factura. A todos nos parece obvio ahora pensar que tarde o temprano el crecimiento económico de nuestro país iba a resentirse, a la vez que no resulta nada esperanzadora la constatación de que este modelo se ha agotado.
La hormiga de la fábula de La Fontaine preguntó a la cigarra:
– ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
– Cantaba noche y día libremente – respondió la despreocupada cigarra.
En España tenemos más alma de cigarra que de hormiga y durante las últimas dos décadas han sido muy pocas las empresas que han hecho previsiones para poder adoptar medidas, como tampoco lo han hecho nuestros gobiernos.
¿Y cuáles son las consecuencias en el mercado?
En principio que todo vale .. Los proveedores hacen lo que convenga, correcto o no desde un punto de vista ético, de fidelidad o de sostenibilidad, para vender. El distribuidor, por su parte, le sigue a la zaga y está también dispuesto a cambiar cuanto haga falta para seguir vendiendo y continuar aprovisionándose. Todo ello en un contexto en el que las entidades financieras se encuentran bajo perfusión (el 90% de las CCS manifiestan que sus relaciones con los bancos se han deteriorado en los últimos tiempos), en el que el consumidor ha cambiado de forma definitiva sus hábitos de consumo y que ve florecer a nuevos operadores que actúan como verdaderos agentes distorsionadores de unas reglas de juego que, hasta hace poco, se habían estado respetando por los diferentes protagonistas del mercado.
La crisis, por supuesto, también ha afectado al proveedor y se ha visto obligado a realizar diferentes ajustes en su empresa (reducción de estructura, almacén, stock, etc) y a racionalizar el suministro a sus clientes. Estas medidas, con mucha probabilidad necesarias, han provocado todavía más desconcierto y dificultades en la distribución.
Ante este paisaje resulta complicado intuir el camino y se necesita, ahora más que nunca, una buena brújula que, a pesar de los vientos contrarios, continúe indicando la posición del norte. En este sentido, las centrales de compra y servicios no pueden renunciar a crecer, resultaría un peligro y las consecuencias serian dramáticas, aunque deberán saber adaptarse y detectar las oportunidades de su sector.
La crisis ya pasó, hace mucho, nada de lo que cegó nuestros ojos era importante si lo cotejamos con lo que supone un cambio de sistema.
* Marc Vidal, emprendedor y bloggero
En Europa, las CCS no necesitaron de una crisis para darse cuenta de la necesidad de evolución del modelo y de su obligada adaptación a entornos más competitivos. Reaccionaron en su momento comportándose como verdaderas organizaciones donde, sin contradecir el principio de independencia fundacional, basándose en el dinamismo de los empresarios independientes apoyados por la potencia de una red con una marca común, fueron capaces de desarrollar exitosas iniciativas colectivas que convirtieron a muchas de estas CCS en los referentes sectoriales.
En España, por el contrario, la adaptación del sector a las transformaciones sufridas y también a las que se pueden prever, peca de una preocupante ralentización por culpa de la inercia de las organizaciones, por su cultura, su modo de pensar y, en muchos casos, por las visiones de los que deciden y de los que dirigen.
Desde Anceco defendemos que las centrales del futuro deberán continuar facilitando a sus asociados los medios para asegurar competitividad, desarrollo y la perdurabilidad de sus empresas y que ello pasará no solo por garantizar buenos acuerdos de compra (ADN del actual modelo) sino por enfocar claramente la estrategia hacia su consumidor, ya sea el gran público, la industria, los autónomos o los prestadores de servicios. . Por este motivo el peso que la compra detiene en el modelo actual se irá diluyendo en una nueva organización capaz de dar respuesta a las necesidades de sus empresas asociadas, abarcando tanto la compra como la logística, pasando por el concepto de venta, la política de enseña, el producto propio, las operaciones comerciales y publicidad conjuntas, sistemas de información integrados, herramientas financieras, jornadas formativas y de intercambio, además de otros servicios que puedan garantizar tanto la competitividad de las empresas como su sostenibilidad y su necesario relevo generacional.
Y como la cosa va de fábulas, seguro que nadie ha olvidado la de los tres cerditos, donde el lobo, tras haber derribado fácilmente las construcciones de paja y madera, no consigue destruir el sólido edificio de ladrillos en el que los hermanos cerditos se habían refugiado.
– ¡Quien teme al lobo feroz, al lobo, al lobo!
* Marc Vidal participará como ponente en el IX Congreso Nacional de Centrales de Compra y Servicios, organizado por Anceco, que se celebrará en Barcelona los próximos 20 y 21 de septiembre.