¡Sí, uno más uno son tres!
La unión hace la fuerza, dos mejor que uno o hasta el lema de la Unión Europea unidos en la diversidad, muchos son los dichos populares que ejemplarizan la necesidad humana de aunar esfuerzos para resolver los retos que van planteándose en cualquier ámbito, de lo personal hasta lo profesional. De ahí la importancia de la familia y los amigos, de los compañeros, de los psicólogos cuando no se tienen ni los primeros ni los segundos, y hasta de los curas si el espíritu reclama más que la cabeza o el corazón.
Unirse, ya lo sabéis, posibilita actuar como un grande aun siendo pequeño, dar y recibir, intercambiar, desarrollarse, crecer, compartir esfuerzos y también progresar, aunque esto último implique, de forma innegable, algún fracaso.
La economía española ha tenido un extraordinario avance, especialmente en el periodo 1997 2007, durante el cual el crecimiento del PIB se ha situado siempre por encima del de la Unión Europea, acompañado de una cuantiosa creación de puestos de trabajo. Ello ha propiciado que las CCS se hayan desarrollado con éxito durante los últimos 15 años, a pesar de las dificultades intrínsecas al modelo (conseguir que los emprendedores acepten renunciar a parte de su individualidad para un proyecto común), reduciendo considerablemente la distancia que las separaba de nuestros países vecinos y hasta, en algunos casos, conseguir situarse en un mismo nivel de competitividad.
De la misma manera que a alguno de nuestros políticos el rodillo de la crisis le ha pasado por encima, borrándolo del mapa tras haberse pavoneado ante medio mundo de la imparable ascensión de nuestro país, a muchas empresas les está sucediendo algo parecido.
Con frecuencia se cita la teoría consistente en aprender del pasado con el fin de evitar cometer los mismos errores en el futuro. Personalmente, creo que nuestro pasado es demasiado rico como para buscar en él únicamente las piedras con las que no debemos volver a tropezar. Existen otras muchas lecciones que podemos recoger de lo vivido como, por ejemplo, recordar lo que en otros tiempos difíciles salvó a muchas empresas y las proveyó de renovadas energías para competir: la colaboración con otras empresas.
Si en el actual contexto global queremos continuar creciendo, si el mercado nos solicita aportar mayor valor añadido, si el entorno reclama innovación y diferenciación, si nuestra empresa necesita reorientación y profesionalización de la gestión y si ser competitivo requiere hoy una mayor dimensión, ¿alguien duda de que haya que unirse? Y si en su día funcionó ¿Por qué no podemos colaborar de nuevo?
La cooperación con otras empresas es, posiblemente, la mejor opción de la que disponen las PYMES, con recursos más limitados que las grandes empresas, para afrontar con garantías de éxito los retos que plantean los nuevos mercados. Esta colaboración debe plasmarse en acuerdos que permitan compartir recursos y desarrollar actividades con el propósito del mutuo aprendizaje y la mejora competitiva, tanto conjunta como individual. La cooperación puede desplegarse en multitud de ámbitos, desde el desarrollo y uso de herramientas tecnológicas de mejora de gestión y procesos, hasta la negociación y la compra conjunta, pasando por una logística común, compartir el marketing, el servicio post venta o colaborar en la comercialización del producto o servicio.
Se trata, entonces, de una actividad económica compartida, dirigida hacia la consecución de beneficios mutuos para los cooperantes, y conviene entenderla como una manera distinta de competir en el mercado.
En cuanto a las modalidades, la colaboración entre empresas ofrece, también, un amplio abanico de posibilidades. Se puede contemplar un cruce accionarial, puede tratarse de una empresa conjunta, de una cooperación con o sin participación de capital, de una subcontratación de servicios o actividades, etc siendo, tal vez, lo más importante, como en tantos otros ámbitos, no tanto decidir si se inicia una cooperación o no sino con quien.
En otra ocasión hablaremos de tendencias en el ámbito de la cooperación entre empresas y observaremos que, actualmente, la competencia se está desplazando de la tradicional competición de empresa a empresa a una nueva que concierne grupos de empresas entre sí; pero mejor empecemos por el principio.